La convocatoria anual de plazas para Reservista Voluntario: El camino a la desaparición de la especie.

27/11/2019

La convocatoria anual de plazas para Reservista Voluntario: El camino a la desaparición de la especie.

Prácticamente todos los actores del teatro de la Reserva Militar de Voluntarios (RMV), coinciden en que está en su fase última de extinción. Son diversas las causas por las que el proceso está en el filo de lo irreversible y diversas las causas que han empujado a la RMV a prácticamente su disolución.

La primera de esas causas es, obviamente, la ridícula cifra de plazas que se ofrecen desde hace ya demasiados años y que a día de hoy no tiene justificación presupuestaria ni política admisible. 100 o 150 plazas al año a repartir entre los ejércitos y los Cuerpos Comunes es varias veces más pequeña que las bajas que se producen cada año por distintas causas: el aburrimiento, los excesivamente rigurosos reconocimientos médicos y, desde luego, el inevitable cumpleaños del reservista y su consiguiente jubilación.

Pero hay una causa especialmente lamentable por cuanto tiene de evitable e irresponsable: la convocatoria anual de plazas para la adquisición de la condición de reservista voluntario.

Básicamente y para no aburrir mucho contando el procedimiento administrativo, la convocatoria se hace en pocas fases muy sencillas.

El Ministerio (Reclutamiento) pregunta a los ejércitos qué reservistas necesitan, es decir, qué perfiles les interesan a las unidades. Estos le preguntan a sus unidades las cuales contestan con sus propuestas al Ministerio, quien finalmente convoca las plazas.

A simple vista puede parecer coherente porque nadie mejor que las unidades conoce sus carencias y qué tipo de profesional les vendría bien para cubrir necesidades de personal, aunque sea por unos meses. Sin embargo el pan para hoy es hambre para mañana y el único camino posible es la desaparición.

Las unidades viven en el nivel táctico y su prioridad es satisfacer sus necesidades a corto plazo o incluso mejor, en el mismo momento. A las unidades no les preocupa, porque no es su responsabilidad, la política de defensa a largo plazo, ni los planes estratégicos de personal. Las unidades piden el perfil que necesitan con inmediatez. Si, por ejemplo, una unidad necesita ya, para ahora mismo, un químico especialista en hidrocarburos y experto en seguridad en el transporte de materias peligrosas, pues eso es lo que va a pedir.

Al Ministerio le resulta comodísimo y eficaz trasladar esta petición a la convocatoria, aunque si finalmente no existe ningún aspirante con ese perfil, la plaza pudiera quedar desierta. Hemos observado con enorme perplejidad cómo se pedían unos requisitos académicos y de experiencia profesional imposibles en algunas plazas para oficiales que, de existir, tendrían que estampillarles  directamente como coroneles.

El Ministerio asume por tanto el nivel táctico en su política de reservismo, cuando su nivel de actuación debería ser el estratégico, con planes a largo plazo para dotar a las Fuerzas Armadas de una Reserva Militar acorde a su tamaño, y con vocación de continuidad.

Esto se agrava aún más cuando finalmente las unidades desisten de activar a muchos de esos reservistas solicitados con la justificación de que no les resulta rentable el corto periodo de activación que tienen esos profesionales. Para qué sirve el químico del ejemplo si sólo se incorpora un mes.

Si nos detenemos un instante en cuestiones sociológicas, veremos que muy probablemente ese químico tendrá un buen trabajo civil, bien remunerado en alguna empresa de prestigio. Ese químico aceptará una activación o quizá dos, pero no será sostenible para su economía ni para su familia, aceptar activaciones largas todos los años. A lo mejor, solo a lo mejor, a esa unidad le vendrían bien 3 o 4 vigilantes jurados que probablemente aceptarían de buen grado activaciones largas para cometidos propios de su capacitación profesional.

En las cuestiones técnicas de la propia convocatoria, encontramos otro buen puñado de obstáculos calculados para la extinción de la especie. Por ejemplo la baremación de los méritos de los aspirantes.

Por increíble que parezca, en la convocatoria se premia haber cumplido el Servicio Militar Obligatorio. Recordemos que el SMO se suspendió en 2001. Esto significa que se premia ser mayor de 40 años y ser varón. Ninguna mujer hizo el SMO y los hombres más jóvenes que lo hicieron en los últimos años de su existencia, tendrían hoy 40 años de edad. Es decir, la RMV estará compuesta mayoritariamente por varones maduros. Resulta incluso extraño que este baremo no haya sido impugnado todavía, por discriminatorio.

Por increíble que parezca, mucho más aún que lo anterior, se premia ser funcionario o personal estatutario fijo de las administraciones públicas. Es curioso que en esta norma se deje fuera al personal laboral fijo, pero en todo caso el resultado es que la RMV, en la medida en que accedan los funcionarios, desviste un santo para vestir a otro. Pareciera que esta medida esté encaminada a favorecer a personal afín y a reducir el coste de la RMV en cuanto a nóminas.

En cuanto a la experiencia profesional, el aumento de baremo está entre 3 años de experiencia profesional y 20 años, de forma progresiva desde 3 hasta 25 puntos extra por esa experiencia. Se puede considerar importante para las FAS la experiencia profesional, pero a partir de una cifra que puede ser discutible, resulta que en lo práctico daría lo mismo tener 10 que 25 años de experiencia, mientras que la diferencia entre 10 y 25 puntos es determinante para conseguir la ansiada plaza de reservista.

Así pues, un enfermero de 25 o 30 años de edad en plenitud de facultades físicas, capaz de participar con garantías en cualquier misión, aún con un currículo  excelente, no obtendrá jamás una plaza frente a un enfermero de 55 años con 30 años de experiencia laboral en la sanidad pública. Este último consumirá recursos en formación y material para solo optar a dos compromisos de 3 años.

Por lo visto hasta ahora, la estrategia supone que a largo plazo tendremos una RMV de varones viejos y funcionarios. Esto suponiendo que exista el largo plazo para una RMV abocada a la extinción por pura estadística. Cada año, insistimos, se publican en torno a 100 plazas entre todos los ejércitos y los cuerpos comunes y mayoritariamente para oficiales y suboficiales y cada año se producen muchas más de esas 100 bajas por distintos motivos, entre los que destacan tristemente el aburrimiento y en segundo lugar unos reconocimientos médicos desproporcionados e incoherentes con la propia filosofía elitista de las convocatorias.

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